Llegamos a casa y nos encontramos la puerta medio abierta; al asomarnos vemos todo esparcido y que faltan ciertos objetos. Esta es una de los escenarios que podemos encontrarnos cuando sufrimos un robo. Si alguna vez pasamos por una situación similar, debemos mantener la calma y llevar a cabo unos pasos que pueden ayudar a esclarecer el robo y volver a la normalidad lo antes posible:
- Lo primero es estar tranquilos y llamar a la policía, indicando la dirección exacta del robo y un teléfono de contacto si fuese necesario, de esta manera se personarán lo antes posible para comenzar con los trámites de la denuncia y recogida de pruebas si las hubiese.
- Es posible que los ladrones aún estén en el interior de la vivienda. Hay que intentar no entrar de forma descontrolada, ya que puede que los ladrones se encuentren aún en el interior y pueden portar algún tipo de arma, por lo que podríamos salir heridos. Debemos confirmar que no se escuchan ruidos del interior y no se aprecia ningún movimiento desde fuera. Una vez podamos entrar de forma segura, hay que procurar no tocar ni manipular nada para no alterar ninguna pista que pueda ser útil para la policía.
- Una vez podamos acceder al interior, debemos hacer un listado de los objetos que faltan para comunicarlo tanto a la policía como a la compañía de seguros. Adjuntar las facturas de compra (si se tienen) facilita mucho las gestiones con los seguros. En caso de que hayan robado alguna cartera con documentación (DNI, pasaporte…), o tarjetas de crédito, hay que avisar a nuestro banco o a las autoridades pertinentes.
- Pasado el momento de dar parte a todas las entidades necesarias, y en el caso de que tengamos un sistema de vigilancia, conviene revisar las grabaciones para ver si hemos captado a los intrusos y podemos reconocer alguna característica de los asaltantes: tatuajes, aspecto físico, color de pelo, ropa, etc, y en caso de tener algo, ponerlo en manos de las autoridades lo antes posible.
- También es necesario revisar, en caso de contar con uno, nuestro sistema de alarma: ver si ha saltado o no y en el supuesto de que no haya hecho nada, comprobar el estado de todos los componentes, así como estudiar si existe alguna zona vulnerable por donde hayan podido entrar sin activar ningún sensor.
***IMPORTANTE: en caso de sufrir un robo con nosotros dentro, hay que hacer un esfuerzo para intentar controlar la situación dentro de nuestras posibilidades:
– Intentaremos estar lo más tranquilos posibles y colaborar con los ladrones. Así conseguimos que ellos tampoco se exalten más de la cuenta y que todo pase lo más rápido posible.
– Evitaremos el contacto visual. Cuanto menos vean que los estamos mirando, mejor para nosotros. Sin embargo sí es importante intentar quedarnos con algún detalle físico de los asaltantes, desde tatuajes hasta la ropa. Hay que hacerlo con cuidado y discreción, podemos aprovechar cuando no estén mirando.
– A no ser que veamos una posibilidad perfecta para mantenernos a salvo a todos los que nos encontramos involucrados en el altercado, no gritaremos ni saldremos corriendo. En ese caso podemos correr el riesgo de que nos «castiguen» o intimiden usando una fuerza excesiva.***
Uno de los aspectos tanto o más importante que los demás, es saber lidiar con el trauma que nos ha ocasionado toda la situación. En un escenario de estas características es normal que podamos sentir muchas emociones: quedarnos paralizados, sufrir episodios de ansiedad, llorar de forma desconsolada o incluso evadirnos mentalmente de la situación y que después no podamos recordar nada.
Estos sentimientos están ocasionados debido a la agresión de un espacio seguro para nosotros, atentando no solo contra nuestra propiedad, sino también contra nuestra intimidad, y más aún en caso de estar dentro en el momento del suceso, donde también podemos sufrir agresiones físicas, lo que trastoca nuestro sentimiento de seguridad justo donde deberíamos sentirnos más seguros.
En la gran mayoría de casos el shock emocional es enorme y todas las emociones anteriormente mencionadas son algo muy habitual y no debemos sentirnos culpables por sentirlas. Reponernos de todo ello puede llevarnos desde unos pocos días hasta varios años, y durante todo este período nuestra percepción de los hechos va a ir cambiando. Hay que saber convivir con todos esos sentimientos de la manera más sana posible, además, en caso de que sea necesario, es fundamental ponernos en manos de profesionales que nos ayuden a gestionar las emociones para que con el tiempo podamos volver a tener una relación de seguridad completa con nuestra casa.