Si alguien nos pide que pensemos en un sistema de alarma, seguramente de las primeras cosas que nos vengan a la mente sea el típico sensor de movimiento de interior, o tal vez un detector magnético de puertas o ventanas, o quizás una sirena que se active al producirse el salto de alarma.
El blog de hoy lo queremos dedicar a los sensores de movimiento en cortina, unos periféricos de ángulo estrecho que resultan muy útiles en ciertos casos, pero que aún son desconocidos para muchas personas.
Empecemos diciendo qué es un sensor en cortina. Se trata de un tipo de detector de presencia que, habitualmente, utiliza infrarrojos pasivos (PIR) para percibir a los intrusos. Principalmente, se diferencian de los volumétricos convencionales en que los de cortina, cuentan con un ángulo de detección mucho más estrecho. Con esto, el usuario puede tener protegida una zona concreta, pero a la vez puede moverse con libertad por el resto de la habitación o sala sin que la alarma se vaya a disparar. Como suele ocurrir, no hay un único tipo de sensor en cortina, sino que dependiendo del modelo tendrán un alcance superior o inferior en metros de largo, o que abran más o menos grados de ancho, o también que se puedan ajustar. Lo importante es comprender cómo funcionan estos sensores para sacarles el máximo partido. Y es que muchas veces pensamos que mientras más abarque y abra un detector, automáticamente ya es mejor porque nos cubrirá más superficie. Sin embargo, en muchos casos puede resultar más conveniente proteger solo las zonas de acceso y no tanto una buena parte de la habitación o sala donde se encuentre instalado. Y es que los sensores en cortina crean una barrera de infrarrojos que, cuando se cruza, es cuando hace saltar la alarma.

Estos detectores pueden resultar muy útiles cuando queremos armar la alarma, pero van a permanecer personas en el interior. De esta forma, con un sensor de cortina es posible cubrir varias ventanas seguidas y zonas de acceso, y al mismo tiempo nos permite movernos libremente por el resto de la estancia sin que vaya a saltar la alarma.
Como los detectores en cortina suelen tener un alcance de varios metros lineales, aunque el ángulo de actuación sea estrecho, con un solo sensor podemos llegar a cubrir varias ventanas en una misma pared, o bien ventanales o escaparates grandes. De esta forma, si algún intruso traspasa la línea de infrarrojos, se producirá un salto de alarma instantáneo. Si se instalan en interior, los sensores en cortina están especialmente indicados si tenemos mascotas que se mueven libremente por la casa, o también personas mayores viviendo. De esta forma, los animales y las personas que permanezcan dentro de la vivienda se pueden mover, mientras que los accesos y las ventanas quedan protegidos.

También hay sensores en cortina aptos para su instalación en espacios exteriores. Normalmente se utilizan para crear una barrera de infrarrojos y prevenir que crucen intrusos no deseados. Por ejemplo, se suelen instalar en muros y vallas, puertas de acceso y garajes o también en fachadas. Dependiendo del modelo, podemos encontrar incluso detectores en cortina con doble haz. Esto quiere decir que tenemos una barrera de infrarrojos en el lado izquierdo y otra en el lado derecho. A menudo, cada lado se puede configurar de forma independiente, ajustando la sensibilidad y el alcance en función de lo que necesitemos cubrir.
Además, como ocurre con otros periféricos de exterior, podemos encontrar modelos en cortina con tecnología anti-masking. De esta forma, si un intruso percibe el sensor y pretende cubrirlo para dejarlo fuera de juego, el sensor lo detectaría y enviaría la alerta a la central.
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