Desde que comenzó el siglo XXI parece que los avances tecnológicos son cada vez más rápidos y además están presentes en cada área y sector de nuestra vida diaria. Sin duda, el acceso a Internet a nivel mundial tanto para la población individual como en negocios de forma masiva, ha tenido mucho que ver en la evolución de la sociedad. Ahora somos más conscientes que nunca del entorno que nos rodea y sabemos que los recursos son bienes limitados y debemos hacer un uso responsable de ellos.
En el blog de hoy queremos hablar de un término que lleva unos años escuchándose y cada vez está más presente. Hoy nos centraremos en las Smart Cities y en qué consisten estos modelos de ciudades sostenibles.
En pocas palabras y resumiendo mucho, una Smart City persigue mejorar la calidad de vida de sus habitantes con ayuda de innovaciones tecnológicas, logrando un modelo de entorno sostenible.
Cuando hablamos de una Smart City, lo hacemos también de la tecnología. Se pretende alcanzar una gestión eficiente y sostenible de los recursos para fomentar el capital y bienestar humano. Para ello se crean infraestructuras digitales orientadas a mejorar la vida de sus ciudadanos.
Básicamente, se trata de realizar una gestión adecuada de los recursos y de contar con una buena planificación de la ciudad para que sea sostenible y proteja el medio ambiente para el día de mañana. Se pretende que las personas disfruten de un buen nivel de vida, poniendo especial énfasis en la educación, el respeto y la inclusión social de sus habitantes. Además, se busca dar soluciones a los problemas típicos de las grandes ciudades, como la contaminación, el tráfico, las comunicaciones o carreteras, que repercuten directamente en el bienestar de sus habitantes. Por ello, un objetivo prioritario en las Smart Cities, es mejorar la movilidad y el transporte en la ciudad, reduciendo el impacto medioambiental y las emisiones de CO2, logrando un modelo sostenible. Pero también se persigue la comodidad de las personas, con transportes más eficientes, más rápidos y mejor interconectados. Al fin y al cabo, la ciudad debe ser un lugar atractivo donde se desea vivir.
Las tecnologías empleadas son herramientas para lograr la satisfacción de las necesidades de las personas que habitan la ciudad, mientras se trata de reducir el consumo. Ya vemos que no se trata solo de diseñar ciudades, sino de crear bienestar para los ciudadanos. Por ello se le da mucha importancia al uso de energías renovables y a disminuir la contaminación.
Las Smart Cities se apoyan en las tecnologías de la información y comunicación (TIC) para alcanzar todos sus objetivos. Y es que gracias a los avances tecnológicos es posible llevar un control eficiente del tráfico, por ejemplo instalando sistemas de videovigilancia y cámaras con funciones específicas, como las LPR de lectura de matrículas. También es posible ahorrar electricidad con farolas y alumbrado público conectado a Internet, gestionar semáforos o hasta contar con basureros inteligentes. Pero existe todo un mundo de posibilidades. Y esto se debe al IoT o Internet de las Cosas, por sus siglas en inglés. Nos referimos a los objetos, dispositivos o sensores electrónicos usados en la vida cotidiana y que están interconectados entre sí, analizando datos e informando en tiempo real.
Si algo está claro es que las ciudades no son solo edificios e infraestructuras, sino que están representadas por las personas que viven en ellas. Las Smart Cities persiguen mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Gracias a la educación a la creación de consciencia, las personas que integran la ciudad se vuelven participantes activos del proyecto. Solo cuando los beneficios que se obtienen son igualitarios y accesibles a toda la población, es cuando el cambio realmente ocurre. Y es que, ¿quién no quisiera vivir en una ciudad con menos contaminación y donde todo lo que rodea uno está pensado para facilitar la vida diaria?